Janira tiene tres años y no habla como el resto de niños de su edad. Sus dificultades de lenguaje preocupan a los adultos que la rodean pero ella se resiste a hacer lo que hace falta para superarlas. Es feliz rodeada de animales, con los que se comunica de una forma muy especial y parece que prefiera su mundo al de los humanos. Crecer es inevitable y va llegando la hora de escoger entre continuar siendo salvaje o adaptarse a la sociedad.