Darío no conoce el mundo que le rodea. Nunca ha visto el rostro de su madre, ni tan siquiera ha escuchado su voz. Es sordociego de nacimiento. La mayoría de los sordociegos congénitos nunca aprenderán a comunicarse con los demás. Aún así, la madre de Darío lleva más de 10 años luchando para abrir la puerta al mundo a su hijo.